Contarnos secretos,
liarnos cigarrillos de sielva,
y bajar,
a toda velocidad con las bicis.
.
Jugar,
a que una bolsa, o un cartón,
es un trineo..
Y rasparnos las rodillas.
Y manchar la ropa,
de todo lo que manchaba.
.
Confesar intimidades,
y avergonzarnos.
Hacer,
y deshacer amistades.
Engañarnos,
reírnos,
desengañarnos..
.
Conocernos,
a nosotros mismos.
Comprar chuches,
con la paga,
y Martini,
a escondidas.
Y escondernos,
de los ojos,
de las señoras que después,
le contaban todo a tu abuela.
.
Jugar a las cartas.
Jugar a botella.
Olvidarnos de todo,
y recordar tantas cosas..
.
Llamar a los timbres,
salir corriendo.
Pintar camisetas,
robar maceteros.
.
Mirarnos..
y darnos,
los primeros besos.
Rompernos,
los primeros corazones,
y aprender,
a dolernos el pecho.
.
Y escribirnos cartas,
de las de sobre de papel,
y sello..
Escribirnos cartas,
de las de guardar,
en una caja del tiempo..
.
Y vivir.
Ese era, como mucho,
el peligro de esa calle,
y del pueblo.
El lugar donde perdimos la inocencia,
y la recuperamos cada vez.
Ese era, como mucho,
el peligro de esa calle,
y del pueblo.
El sabernos viviendo,
de verdad.
Y muy fuerte.
Y muy mucho.

••••
Se hace llamar Srta. Kintsugi por la atracción enfermiza que sufre por la belleza de las cosas rotas.
@mrs.kintsugi nace en Madrid, trotamundea durante años entre Francia y República Checa y ahora cabalga en Renfe entre la capital y Valencia.
Bióloga de profesión, escribe poesía, y flirtea con la pintura y la música. Una dosis importante de arte y letras para compensar tantas horas dedicadas a la ciencia.
Podéis encontrarla en Instagram como @mrs.kintsugi

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